“…Los recintos tanto públicos como privados deben volver, en América Latina, a ser lugares de comunicación y de encuentro, enriquecidos por los elementos naturales como el agua, el sonido, la brisa, las sombras. Deben volver a ser lugares de comunicación, como lo fueron en la época pre-hispánica. Eso es lo que he sentido al caminar en los recintos de Monte Albán, Uxmal…” [2] R.S.
00./ Introducción
“…En la arquitectura mesoamericana los lugares de la ceremonia, es decir los espacios abiertos, no son solamente “aljibes celestes” sino también centros que recogen todas las resonancias del mundo exterior…”[3] R.S.
El Centro Comunal Nueva Santa Fe es una obra que posee la fuerza de la discreción y la humildad. Es silenciosa, se halla prácticamente disimulada, hasta pasa prácticamente desapercibida ante el transeúnte distraído, tanto frente a la magnitud de la obra de su arquitecto como en el modo y la zona en que se halla implantada ya que allí también se encuentran: el homónimo Complejo Habitacional y el Archivo General de la Nación obras que naturalmente se llevan los honores, por su calidad proyectual y su carácter de hitos. Para el Centro Comunal, Salmona eligió sacrificar la volumetría edilicia y la abnegación a sobresalir corporalmente en el paisaje urbano como las dos obras mencionadas. Esta genuflexión arquitectónica es un gesto de humildad y respeto al contexto inmediato, pues de esta manera favorece las visuales del Complejo Habitacional hacia el parque. Es una manera de responderle fraternalmente al barrio. En una escala menor se asemeja a la fraternidad de las Torres del Parque respecto al paisaje montañoso y la ciudad simultáneamente. En ambas obras se ponen en evidencia las posibilidades y los valores silenciosos del paisaje y del contexto urbano a saber: el Parque y el Complejo Habitacional en el caso del Centro Comunal y la Cordillera y la Plaza de Toros en las Torres.
Aunque el Centro Comunal es un rincón oculto, eclipsado por las dos obras del distrito no deja de ser una sorpresa y un misterio lleno de resonancias que invita a ser descubierto. En esta obra identificamos la idea de permanencia en su doble acepción: la de quedar grabado en la memoria por su riqueza y delicadeza arquitectural y la de querer permanecer en ella por horas recorriendo, contemplando y tratando de develar misterios de su concepción. Allí no solo el espacio se hace memorable, también el tiempo transcurrido en él. Desde el centro de su hundida Plaza, elevamos la mirada al cielo bogotano para advertir que este es su techo, donde descubrimos la luminosidad, las nubes, la lluvia, los pájaros y el sol. Y como en los espacios precolombinos se revela el contacto mágico entre el ser humano y el universo.
La espacialidad concebida por Salmona en este edificio -como en toda su obra-, lleva implícita la idea de la práctica espacial, es decir aquella donde las personas lleguen a descubrir y disfrutar lo que perciben debido a lo que esa arquitectura les transmite. Y así, lo vivido en ese espacio pueda alcanzar una dimensión más elevada que la pura experiencia corporal y llegue a la memoria, la imaginación y la inspiración. En otras palabras Salmona sentía la responsabilidad de superar la inmediatez del oficio, para hacer de la arquitectura un hábitat con valores éticos, estéticos y culturales [4]. Esta manera de enfrentar la disciplina y producir la arquitectura lleva implícita la idea de topofilia en su doble concepción: una la de respetar y amar a su “topos”, su lugar, Bogotá y la otra, más asociada al modo como la utiliza Gastón Bachelard, la de crear imágenes del espacio feliz, espacios ensalzados y poéticos [5].
El Centro Comunal Nueva Santa Fe con su arquitectura deja una herencia esencial con carácter de lección: la de contribuir a la construcción de la ciudad y a la vez generar cultura, aportando así, un legítimo eslabón, que enriquece la cadena de la historia de la arquitectura.
01./ El Centro Comunal y los Mayas
“…De la observación de las arquitecturas prehispánicas: en ellas se entra, se penetra siempre de lado. Se va rodeando el espacio interior, sin perder la percepción del espacio exterior, pero sobre todo se va descubriendo la gran diversidad de lugares que lo van llevando al corazón del edificio sin perder la relación, tan americana, con la naturaleza. Uxmal es un excelente ejemplo de lo que estoy afirmando…” [6] R.S.
Rogelio Salmona, solía destacar la diferencia entre la transformación y la modificación. Lo primero es una intervención con sinergia entre arquitectura y paisaje mientras que lo segundo es una concepción arbitraria que lleva en sí misma la agresividad y consecuentemente el destrozo [7]. En esta misma sintonía nos referiremos a la comparación entre la idea de meta-interpretación y la de imitación. La meta-interpretación es una reelaboración de lo observado y estudiado, mientras que la imitación casi al no tener demasiados filtros copia sin recreación ni transformación. El propio Salmona lo decía con frecuencia cuan necesario es recrear sin imitar, tratando de retirar la mirada a tiempo [8]. Ello, además de ser un consejo lógico, es una exhortación apócrifa, mística que implica autocontrol proyectual. Richard Sennett a una operación semejante la lleva al terreno de lo práctico ejemplificándola con el trabajo del cocinero y del carpintero en el uso preciso de los instrumentos y a ello lo denomina “corolario físico de la fuerza mínima o liberación” [9], dándonos a entender lo esencial que es levantar las herramientas en el momento oportuno para evitar que ellas reboten ante un golpe torpe.
El Centro Comunal Nueva Santa Fe es uno de los edificios que con gran claridad hace referencias meta-interpretativas a la arquitectura Maya; patrimonio cultural del continente americano. Salmona entiende la arquitectura Maya de manera profunda. Busca y encuentra en ella las esencias compositivas diacrónicas posibles de ser aplicadas aún hoy.
Una obra cardinal de la cultura Maya, para fundamentar este ensayo comparativo, es el Cuadrilátero de las Monjas en Uxmal. Ello lo descubrimos en la articulación de la planta del Centro Comunal con cuatro alas articuladas por esquinas abiertas que generan ingresos y conforman en su centro un espacio plaza interior semejante a la tipología de plaza ceremonial precolombina. También en la idea de la sección, emergiendo del terreno. Igualmente, varios centros ceremoniales precolombinos están horadados en la tierra, tema que Salmona deja claro en esta obra y también en el Museo Quimbaya (1983-86) en la ciudad colombiana de Armenia. Ambos ejemplos manifiestan el conocimiento profundo que el maestro colombiano tenía de los conjuntos abiertos precolombinos y su sentido poético de reinterpretación y reelaboración. Un gesto que lo hace perceptible es en la impresión que genera el “entrar en la tierra” para descubrir esas sorpresas espaciales y atmósferas cósmicas las cuales junto al tratamiento tectónico, también manifiestos en las obras prehispánicas, adquiere connotaciones místicas y a la vez poéticas enfatizadas por la iluminación natural en el constante variar del clima bogotano [10].
El Centro Comunal es una obra simétrica, no sólo porque responde en cierta medida de modo equivalente a uno de sus ejes -el Norte-Sur- sino en al auténtico sentido de término, al presentar de manera equilibrada la organización de los volúmenes obedeciendo a la “eumetría”. A la simetría no le alcanza la equivalencia de las partes si no existe el equilibrio de le proporciona la eumetría. Esta, sin embargo, puede existir sin la simetría. A su vez puede haber asimetría en la eumetría, ahora bien, la asimetría no siempre presenta “eumetría”. Por otra parte, hemos de recordar que en la antigüedad el significado de simetría era eumetría [11], pues se consideraba la armonía en el equilibrio eumétrico.
02./ Plaza Ceremonial Urbana
“…En el Centro Comunal, el patio central es un tímpano, que recoge los sonidos de su entorno. El proyecto está semienterrado, horadado en el lugar. Su entorno son los edificios existentes circundantes. De cualquier galería o ventana de los edificios que lo rodean, el Centro es la referencia; por eso toma un carácter ceremonial. Es el lugar de encuentro de la comunidad, donde se forman o se afianzan las relaciones sociales…” [12] R.S.
El patio del Centro Comunal, por su escala, se revela como una plaza ceremonial, diferente del patio urbano del Archivo General de la Nación. A esa plaza ceremonial el mismo Salmona la define “tímpano del lugar” que recoge todos los sonidos de su entorno” [13]. Es, además, más que un espacio vacío un espacio vacante a la espera del encuentro casual, la reunión de la gente, la simultaneidad de actividades; en una palabra, su uso social, para el cual fue diseñado y producido. El espacio social, nos recuerda Henri Lefebvre [14], incorpora los actos sociales y las acciones colectivas como individuales.
Salmona luchó hasta sus últimos días por conseguir en los espacios abiertos de sus obras lugares y tiempos sociales para el ocio intentando combatir el tiempo económico que nos acosa sin dejarnos respirar ni gozar de la vida como seres humanos. Y así como el tiempo es vida, el espacio también lo es. El tiempo como el espacio no es materialmente palpable, pero ambos son perceptibles por las huellas que los conforman y rodean. Los hechos le dan forma al tiempo y las arquitecturas al espacio.
Con el Centro Comunal el paisaje urbano queda configurado de una manera muy especial, pues su arquitectura se manifiesta como un hito arqueológico antiguo hundido en la tierra. Sin embargo, aunque posea fuertes lazos históricos, es una obra contemporánea, llena de vida, implantada con precisión dentro de los límites de su lote y que responde con rigor a su contexto geográfico, temporal y cultural actual.
La plaza de este conjunto y su arquitectura son parte de una misma entidad. Lo construido le da su forma, la rodea y le da escala. Sus fachadas con las aberturas le ofrecen armonía y ritmo. Las galerías, las columnas y la escalera le dan cadencia. Un espacio abierto genuinamente latinoamericano con ascendencia precolombina. Al Centro Comunal entramos bajando, recorremos espacios semi-cubiertos, salimos a su plaza central, subimos, recobramos la visual elevada hacia las montañas. Nada es monótono, presencias que aparecen y desaparecen. Dinámica cósmica.
En su sección, se advierte desde el hundimiento, que el edificio brota naturalmente como una flor de la tierra; esencia de la arquitectura orgánica que hasta la mitad del siglo pasado pregonara F. Ll. Wright. La obra arquitectónica del Centro Comunal es -como toda la obra arquitectónica de Salmona en la ciudad- individual dentro de lo público urbano y como tal, contribuye respetuosamente al completamiento de la elaboración urbana. En la antigüedad griega lo individual no tenía sentido por si solo sin la contribución a lo público, pues allí las personas en su participación alcanzaban la unidad. Lo individual privado [15] era en aquella época considerado un insulto. Richard Sennett sostiene que los espacios urbanos adquieren carácter en gran parte a partir del modo en que las personas experimentan su cuerpo, vale decir que el espacio también estimula físicamente a los usuarios y ciudadanos a la vida colectiva, en comunidad. El cuerpo individual es parte del cuerpo cívico. Un cuerpo activo en un espacio vivo. No hemos de olvidar que en la cultura ateniense antigua los vocablos: ciudadano (gr. πολ?της = polítis) y ciudad (gr. π?λη = polis) eran términos intercambiables ya que creaban intensos lazos cívicos en la acción del propio movimiento, el diálogo, la discusión y la democracia participativa [16].
03./ Lo Metafórico como epílogo
“…El proyecto del Centro Comunal es como una flor que abre sus pétalos, y los volúmenes reciben la luz y al mismo tiempo suavizan el lugar con sus curvaturas…” [17] R.S
El Centro Comunal Nueva Santa Fe es una obra que emociona por ser percibida con todos los sentidos. Allí, en esa plaza interior, se sienten las resonancias inmediatas del entorno: las voces humanas y el sonido del aire retumbar en la piel y en todo nuestro ser. Se oyen también las frecuencias mediatas de la historia: eco de la memoria; el aroma de la vegetación circundante y la lluvia; lo visual de la pulcritud geométrica de sus volúmenes y la espacialidad tamizada por el juego de la luz, las penumbras y las sombras, los colores del ladrillo según la hora y el tiempo climático; lo táctil en las articulaciones elaboradas con los mampuestos. En la atmósfera de este edificio todo es una sinestesia [18] donde los sentidos se involucran, no de manera individual e independiente, sino unidos en plena interacción e intercomunicación. Porque la arquitectura se percibe y se diseña con los cinco sentidos físicos y los internos como la pertenencia, la identidad, y la memoria.
Igualmente, es evidente que Salmona con esta obra reafirma su búsqueda de mejorar el espacio público desde la magia precolombina, la necesidad de recorrerla y que la sorpresa nos invite a continuar andando, subiendo, bajando a través de ella y a cada paso descubrir un gesto de diseño que ofrece algo más que lo bello visual.
Toda la obra de Salmona es culta. Con Le Corbusier y Francastel entre otros, seguramente aprendió a ver la historia de la arquitectura con ojos intelectuales y experimentales, creativos y empíricos. El conocimiento histórico que él tenía, nos invita a reflexionar en términos inteligibles sobre las relaciones de la arquitectura en el tiempo y el Centro Comunal es una de las demostraciones de ello. Lo más interesante de todo es que esta obra lleva su propio sello. Ahí precisamente está su lección: que debemos mirar y a la vez pensar con nuestra mente, allí donde se conjugan todos los conocimientos, pensamientos y sentimientos, que al final derivarán en una arquitectura propia, por lo genuina de un pensar maduro.
Una obra arquitectónica puede encerrar muchas arquitecturas a la vez y al mismo tiempo ser un producto único y original. Al detenernos a mirar el Centro Comunal Nueva Santa Fe, las variadas vertientes arquitectónicas con las que lo podemos comparar son las siguientes:
Con la antigua arquitectura egipcia, la cual había alcanzado un alto nivel de abstracción, se trataba de una arquitectura basada en formas precisas y una estricta organización geométrica. La axialidad, la regularidad ortogonal, los oasis internos y la idea de permanencia o perpetuación eran constantes básicas en sus composiciones arquitectónicas. En estas, las funciones están articuladas. vale decir que a la vez están separadas y ligadas, en otras palabras, son interdependientes más que independientes [19]. Ejemplo de ello son los Templos de Amon en Karnak y el funerario de la Reina Hatshepsut en Deir el-Bahari. Este último con sus terrazas y sus únicas fachadas hechas de columnatas y galería parece de manera orgánica emerger de la roca.
Con la arquitectura clásica griega, al estar determinada por el carácter del lugar, es decir el ser topológica, junto con la fuerza plástica de la moralidad, austeridad y rigurosidad dórica más la apolínea disciplina; pensemos por ejemplo en el templo de Hera en Paestum, el Santuario de Apolo en Delfos o en el Partenón en la Acrópolis de Atenas. Los edificios griegos eran concebidos como unidades plásticas individuales, pero pertenecían, sin embargo, de manera orgánica, a la integridad del conjunto, el cual en su totalidad alcanzaba una notable pluralidad espacial. Por otra parte, rescatamos el tema del ágora, –lugar público por excelencia– en su forma y espacialidad rodeados de galerías como en Priene y Mileto, donde la regularidad arquitectónica responde al esquema ortogonal de la ciudad.
Con la arquitectura romana, en la integración arquitectónica a la configuración urbana y la importancia al espacio interior. No hemos de olvidar que el atrium de la casa romana –síntesis de las funciones privadas y públicas, simultáneamente cerradas y conectadas– es considerado la mayor manifestación del concepto de espacio [20]. Se trata de una arquitectura sistemática, geométrica, funcional y con ingeniosas soluciones técnicas.
Con los monasterios románicos cistercienses del medioevo europeo, en su rigurosidad formal y precisión constructiva, sus detalles, su pureza formal, los muros sin revocar, la ausencia de cualquier decoración, la atmósfera de sus galerías, la austeridad y ascética total. La Orden Cistercience, planteaba un nuevo enfoque racional de la arquitectura Románica, de mismo modo como Salmona le consintiera a la racionalidad de la arquitectura moderna una identidad latinoamericana. En ambas arquitecturas –la cisterciense y la de Salmona- dialogan amigablemente la lógica de la razón y la sensibilidad poética.
Con la arquitectura Puuc, del medioevo latinoamericano (900-1000 d.C.), a la que pertenece el Cuadrilátero de las Monjas, –obra a la que se acerca tipológicamente el Centro Comunal–. Igualmente, el trabajo murario de nuestro edificio en cuestión encierra de manera abstracta y en ladrillo lo ornamental realizado en los muros pétreos de la arquitectura Puuc; los cuales son en su parte inferior son lisos y en la superior poseen un nutrido ornamento. En este sentido debemos agregar que el ornamento [21] en la obra de Salmona con sus “cintas dentadas” de ladrillos se asocia al ornamento de las iglesias bizantinas del imperio romano de oriente.
El Centro Comunal es una obra original, con memoria y conocimientos, cristalizadora de una parte de la cultura universal y la historia arquitectónica de América latina, su continente. Es una arquitectura que restablece la unidad entre el hombre latinoamericano y su pasado, siendo además una obra que sabe emocionar, razón por la cual pareciera que una vez más Salmona, que sentía que la arquitectura está llamada a volverse una bella ruina, deseó como Apollinaire prepararle a la hiedra y a los tiempos una como esas tan hermosas que ya existen [22].
Agradecimientos
Agradezco la gentileza del arquitecto-profesor Benjamín Barney Caldas y de la profesora doctora -arquitecta María Elena Hernández Álvarez por la lectura, observaciones, comentarios y sugerencias las que me fueron muy útiles para completar este ensayo.
Claudio Conenna
Notas
[1] El nombre actual es: Centro de Servicios Culturales y Recreativos Nueva Santa Fe.
[2] R. Salmona en Ricardo Castro, Salmona, p. 105.
[3] R. Salmona, en C. Arcila, Tríptico rojo, conversaciones con R. Salmona. p. 70.
[4] R. Salmona, “La Mariposa y el Elefante” discurso de aceptación de la Medalla Alvar Aalto,
[5] G. Bachelard, La Poética del espacio, p. 22.
[6] R. Salmona, en Ricardo Castro, Salmona, p. 175.
[7] R. Salmona, “La arquitectura como pálpito del lugar” Salónica 2005 y R. Salmona en C. Arcila, Tríptico rojo, conversaciones con R. Salmona. p. 122 y R. Salmona en Ricardo Castro, Salmona, p.73.
[8] R. Salmona, “La arquitectura como pálpito del lugar”, conferencia en Salónica, 2005.
[9] R. Sennett, El artesano, p. 207.
[10] C. Conenna, Rogelio Salmona, Un acuerdo tácito con la historia, p.45-53.
[11] P. Michelis, La arquitectura como arte, p. 75.
[12] R. Salmona en Ricardo Castro, Salmona, p. 70.
[13] R. Salmona en Ricardo Castro, Salmona, p. 70.
[14] H. Lefebvre, La producción del espacio, p. 93-94.
[15] Propietario privado en griego moderno es: ιδι?της = idiótis. En la antigüedad era un insulto de donde proviene el término idiota.
[16] R. Sennett, Carne y Piedra, el cuerpo y la ciudad en la civilización occidental, p.37-72.
[17] R. Salmona en Ricardo Castro, Salmona, p.70.
[18] M. Merleau Ponty, Phenomenology of perception, p.265-266.
[19] Ch. Norberg Schulz, Meaning in Western architecture. p. 10.
[20] Ch. Norberg Schulz, Meaning in Western architecture. p. 43, 45, 57.
[21] Es necesario aclarar la diferencia entre ornamento y ornamentación. El ornamento proviene del material o de la construcción misma. La ornamentación es sinónimo de decoración y es superficial, y se puede prescindir de ella, pues se trata de elementos que no contribuyen en nada esencial a una obra. C. Conenna - K. Tsoukalá “Ethic and ornament in the modern and contemporary age”, en K. Tsoukalá y otros, Intersections of Space and Ethos, p. 41-56.
[22] R. Salmona, en C. Arcila, Tríptico rojo, conversaciones con R. Salmona. p.152 y R. Salmona en Ricardo Castro, Salmona, p.38.
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